Hace unos meses, cuando terminé de leer un libro cuyo nombre escapó a mi memoria, fui consciente de uno de los datos de los que nuestro país, y por ende los españoles, más rubor debemos sentir. En uno de sus capítulos la explicación era clara y concisa: no había lugar a dudas. En todos aquellos países donde más corrupción circulaba por su sistema sanguíneo existían una serie de elementos comunes, uno de ellos llamó poderosamente mi atención.

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En todos estos países, machacados por políticos sin escrúpulos, la movilización de la gente de menos de 32 años en la vida pública era sencillamente nula. Por el contrario, en aquellos países más avanzados como las democracias nórdicas, la movilización de los jóvenes era brutal, ya fuese  en modo de afiliación a un sindicato, a un partido político o a cualquier tipo de agrupación que les proporcionara  una mínima organización  para defender sus intereses de la mejor forma posible.

En España, en cambio, pensamos que es mejor cambiar las cosas desde fuera, a través de manifestaciones que la mayor parte de los políticos ignoran –hay tantas que se desnaturaliza su sentido-. Las cosas se cambian desde dentro, y que sirva como ejemplo indiscutible estas palabras pronunciadas por Roosevelt (Theodore) ante la Sorbona en 1910: “El mérito es de quien está realmente en la arena, con el rostro desfigurados por el polvo y el sudor y la sangre; que yerra; que se queda corto una y otra vez, pero que realmente está intentando hacer lo que hay que hacer´´

A sí que, como yo, otros muchos compañeros tomamos la decisión de afiliarnos a un partido político. Pensé en su día que ya estaba bien de echarse las manos a la cabeza leyendo la prensa; había que actuar.  Y aquí estamos, después de muchos sin sabores y mucho juego sucio, Ciudadanos, mi partido, cuenta con 3,5 millones de votos y 32 diputados, con un plan de expansión territorial que invita al optimismo y con el único compromiso de intentar aportar su grano de arena para la solución de los lastres que en este país los políticos compadres unos de otros tanto ayudaron a generar.

Marco Moreno