Hojeando la prensa el pasado domingo, me topé con una encuesta que pretende reflejar el contexto social en el que se vivirá esta semana del cumpleaños de nuestra Constitución. Coincido con el periodista en que lo más relevante de esta encuesta, reflejado en su titular, es que sólo un 15% de los españoles han leído la Constitución. Terroríficas lagunas de nuestro sistema educativo aparte, quiero pensar que este desinterés se debe precisamente a la paz y estabilidad que ese documento nos ha brindado desde hace 38 años. Un contrato de convivencia refrendado por más del 80% de españoles que lo votaron en su día, y que nos ha permitido a los que vinimos después vivir con tranquilidad bajo su paraguas.
Las cosas cambian, cada vez más rápido, y esto hace necesario que todo contrato o acuerdo se tenga que ir adaptando cada cierto tiempo a la nueva realidad. Una Constitución no escapa a esta necesidad de actualización, siempre y cuando estos cambios no afecten a su espíritu. Pero lo realmente imprescindible para si quiera plantearse tocar un documento que ha conseguido que una nación como la nuestra tuviera una transición tranquila de una dictadura a una democracia, es conocer su contenido.
En los últimos tiempos el debate político se ha visto colonizado por cuestiones que, si muchos de los que se dedican a la cosa política le hubieran echado un vistazo a la Carta Magna, se habrían dado cuenta de que el tema estaba resuelto desde hace tiempo. Por ejemplo “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”. ¿Se imaginan la de debates yermos que nos podríamos ahorrar sobre la posibilidad de hacer referéndums parciales dentro de la legalidad? Quizá, incluso, se podría emplear ese precioso tiempo en temas más productivos. Por ejemplo ver la forma de cumplir con artículos como este: “El gasto público realizará una asignación equitativa de los recursos públicos, y su programación y ejecución responderán a los criterios de eficiencia y economía”, siempre respetando este otro: “Todos contribuirán al sostenimiento de los gastos públicos de acuerdo con su capacidad económica mediante un sistema tributario justo inspirado en los principios de igualdad y progresividad que, en ningún caso, tendrá alcance confiscatorio” Ay, el alcance confiscatorio.. La lectura previa de nuestra norma suprema, como ven, también es recomendable a la hora de enfrentarse a la elaboración de un programa electoral. Incluso, pasadas las elecciones, para entender en qué consiste el trabajo, y no verse perdido, aferrado a la pancarta, atrapado en la dinámica de una campaña electoral sin fin: “Las Cortes Generales representan al pueblo español y están formadas por el Congreso de los Diputados y el Senado.” “Las Cortes Generales ejercen la potestad legislativa del Estado, aprueban sus Presupuestos, controlan la acción del Gobierno y tienen las demás competencias que les atribuya la Constitución.”
Ironías aparte, hoy 6 de diciembre quiero agradecer a quienes, en un lugar y momento histórico tan complejo y delicado como era la España de 1978, fueron capaces de hilvanar un documento que garantiza la libertad, la igualdad, la justicia y el pluralismo político en mi país. Ahora nos toca a nosotros actualizar sin romper, y velar por que la palabra escrita se cumpla.
Orlena de Miguel, portavoz Ciudadanos (C´s) C-LM