El pasado 5 de julio el grupo del Partido Popular en el Ayuntamiento firmó un documento por el que quedó comprometido a poner en marcha durante los próximos dos años un conjunto de 43 medidas propuestas por Ciudadanos, a cambio de nuestro voto favorable a que Manuel Serrano asumiera la alcaldía de Albacete. Bajada de los impuestos municipales, mayor apoyo a los emprendedores, incremento en la partida para el Plan de Choque contra la Pobreza, modernización de la administración municipal, mejoras en el servicio de limpieza, Plan de Seguridad Vial, impulso en la lucha contra el comercio ilegal, aumento de la protección policial en zonas escolares, apertura de las bibliotecas municipales durante los meses de verano, etcétera. Así hasta cuarenta y tres.

 

Maíllo le habría llamado a esto “lentejas”, pero se trata de algo mucho más sencillo y saludable. Desde las elecciones municipales de 2015 nuestro Consistorio, como otros muchos en España —y diputaciones, y parlamentos autonómicos, y el Congreso de los Diputados—, vive una situación absolutamente diferente a la que conocíamos. Se ha roto la dicotomía gobierno-oposición-partido bisagra y hemos iniciado una lógica nueva, eso que algunos llaman geometrías variables, un escenario en el que funcionan varios ejes simultáneamente: izquierda, centro, derecha; partidos viejos, partidos nuevos; partidos constitucionalistas, partidos rupturistas. Una nueva cohabitación de fuerzas políticas que acomodan sus relaciones de apoyo —o rechazo— mutuo a circunstancias cada vez menos previsibles, cada vez más flexibles. En ese camino estamos, y nos parece muy positivo.

Carmen Picazo: portavoz del grupo municipal Ciudadanos Cs Albacete

Creo que el bipartidismo ha muerto. Sinceramente lo creo, más allá de mis deseos personales. La sociedad albaceteña es plural. La gama de sensibilidades y de convicciones ideológicas es amplia y no puede representarse únicamente en dos opciones políticas —es obvio que “los dos grandes partidos” son cada vez menos grandes—. La representación en el Ayuntamiento de cuatro formaciones supone, en mi opinión, una oportunidad y no un problema. Algunos nostálgicos del bipartidismo esgrimen la necesidad de una estabilidad institucional como argumento. Lo cierto es que la estabilidad no depende del número de partidos que formen parte del Consistorio, sino de la capacidad de éstos de dialogar, negociar, ceder, para alcanzar consensos que redunden en políticas que contribuyan a mejorar la vida cotidiana de nuestros vecinos. Es tan sencillo y a la vez tan difícil como eso. Las acciones municipales que son fruto del acuerdo entre varios grupos son, a mi juicio, más representativas del sentir popular que las decisiones que un partido ejecuta en virtud de una legítima mayoría. Digamos que la actual situación política dibuja con mayor precisión la heterogeneidad de la sociedad albaceteña. Y eso es, indudablemente, una buenísima noticia.

 

De todos los partidos con representación en nuestro Consistorio, Ciudadanos es, por su naturaleza liberal, progresista y reformista el que con mayor normalidad asume este escenario. Nuestro grupo municipal es capaz de sentarse y entenderse con cualquier otro. Eso ha sido criticado en ocasiones, deslizándose maliciosamente la idea de que un partido que dialoga con todos es un partido sin principios y sin identidad. Un partido ambiguo, que no se posiciona, que no “se moja”. Y en realidad sucede exactamente al contrario: los valores de Ciudadanos son tan sólidos que no necesitamos escenificar grandes enemistades ni sectarios rechazos para establecer nuestro lugar en la política. Nos define nuestro proyecto, no nuestros antagonismos.

 

Algunos consideran que el planteamiento ideológico ha de defenderse como un concepto absolutamente purista que no debe “contaminarse” en pactos con otros partidos de diferente signo. Que las naturales concesiones propias de cualquier negociación implican la traición a principios fundamentales. Se equivocan. La sociedad no es así, afortunadamente. Escribían hace unos meses el sociólogo Juan José Toharia, presidente de Metroscopia, y la analista Raquel Gómez lo siguiente: «Aducir “mis votantes no lo entenderían” como justificación para no llegar a acuerdos es achacar a aquellos una rigidez que en realidad pertenece más bien a quienes les representan. Los votantes, los datos lo indican, no están tan insalvablemente distanciados como para hacer impensable su apoyo a posibles puntos medios de encuentro y a mutuas concesiones: saben de ello, pues su vida se trenza, día a día, en el mundo de lo posible, no en el de los planteamientos absolutos e irrenunciables». Exactamente así concebimos en Ciudadanos la obligación de trabajar por los albaceteños, no es un sentido abstracto, sino concreto. En el mundo de lo posible. No hay progreso sin consenso. No hay estabilidad sin pactos.