Decía Paulo Freire que la educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo. Hace años que hablar de educación en Castilla-La Mancha es hablar de un fracaso, cuando deberíamos hablar de esperanza. Cada año, dos de cada diez estudiantes abandonan el sistema educativo y, de los que lo terminan, cuatro de cada diez lo hacen habiendo repetido un curso. Estos días tenemos el privilegio de poder compartir mucho tiempo con nuestros niños. Todos estamos siendo más conscientes de la realidad educativa de nuestros hijos y puede ser un buen momento para reflexionar sobre ello.

La crisis del Coronavirus nos ha obligado, en todo caso a reaccionar con rapidez en algunos aspectos. Así, Ciudadanos ha logrado que, en el contexto del pacto para la reconstrucción de Castilla-La Mancha, el PSOE acepte la puesta en marcha de un plan de refuerzo educativo para los cursos 2020/2021 y 2021/2022. Esto implicaría la ampliación del programa de cooperación territorial de quinto y sexto de Primaria y de ESO al resto de niveles de Primaria y Bachillerato, y la dotación de más recursos al alumnado de inclusión educativa.

Además, hemos acordado reforzar el sistema de becas estableciendo coberturas adicionales para aquellos estudiantes que se hayan visto afectados por la Covid-19, ya sea por la pérdida de un familiar o por la pérdida del puesto de trabajo o cierre del negocio de al menos uno de los progenitores. Es verdad que la prioridad está en salvar vidas y empleos pero debemos atender la educación. Con estas medidas avanzamos en materia de igualdad en el ámbito educativo de Castilla-La Mancha. No vamos a permitir que el coronavirus infecte la calidad de la educación de nuestros hijos, y para ello trabajamos, aún desde posiciones ideológicas distintas. Porque eso debe ser la política.

No obstante, el problema viene de atrás. Antes del cierre de las aulas por el coronavirus, avisamos de la necesidad de tomar medidas en materia educativa como el refuerzo del servicio de aulas virtuales, facilitando el uso de la videoconferencia a los alumnos y reforzándolo lo máximo posible en el caso de los estudiantes de Bachillerato en su preparación del acceso a la universidad. Llegó el cierre y, como de costumbre, nada estaba preparado ni planificado. Hoy todos observamos, asombrados, la falta de iniciativa del gobierno regional en materia educativa. Las decisiones que se tomen en este ámbito son trascendentales para el futuro de nuestros hijos y de nuestra región. Siempre hemos colaborado fielmente con la Junta y esperamos que de una vez podamos llegar a un gran acuerdo en materia educativa que incluya las grandes reformas pendientes, las medidas que nuestros niños y jóvenes necesitan.

Lo primero es la titulación de los cursos terminales de primaria, secundaria, bachillerato y formación profesional. Un aprobado general ni es lo justo ni es lo que nuestros estudiantes merecen. Las instrucciones de la Consejería de Educación en materia de evaluación, titulación y promoción consolidan una situación injusta y peligrosa para familias, estudiantes y profesorado. Bajo la rúbrica: “La titulación debe ser la práctica habitual” o “La promoción de curso será la norma general en todas las etapas, considerándose la repetición de curso una medida muy excepcional, que deberá estar sólidamente argumentada y acompañada de un plan preciso de recuperación”, se instaura un régimen educativo que no valora el esfuerzo de estudiantes, familias y profesores. Pero no solo eso, los títulos que se expidan bajo estas instrucciones generarán una inseguridad jurídica enorme a sus poseedores debido a ser contrarios a la norma superior que regula la titulación, que es la LOMCE.

La segunda cuestión a plantear es cómo abordar el impacto negativo en el aprendizaje que sobre nuestros alumnos va a tener el cierre de las escuelas. Seguro que nuestros niños en entornos desfavorecidos lo sufrirán en mayor medida que el resto, pero no nos engañemos, todos serán perjudicados de una u otra manera. Debemos establecer fórmulas sobre el fin de este curso y la apertura del próximo. Este año, si es posible, nuestros alumnos de 4º de la ESO, Bachillerato y Formación Profesional deberían volver a las aulas para cerrar sus etapas educativas. El profesorado está tan comprometido como nuestros sanitarios en llevar a buen término esta enorme crisis que nos asola. Solo un mal gobierno puede decir que los profesores no están de acuerdo. Observamos con asombro las negativas del ejecutivo de Page a intentar recuperar la iniciativa educativa. Solo responde, como en tantos otros ámbitos, echando balones fuera.

Por otra parte, queda de manifiesto la necesidad de fijar protocolos razonables en los centros educativos con el fin de integrar medidas sanitarias para casos de emergencia como el que vivimos. Estas medidas estarían inevitablemente relacionadas con la proporción de alumnos por profesor -las famosas ratios- y con la distribución de espacios, siendo deseable evitar la actual masificación en las aulas. No nos engañemos, las ratios actuales son inviables en un futuro.

Deberemos repensar los tiempos escolares para intentar recuperar en la medida de lo posible el tiempo perdido: proporcionar clases de refuerzo por las tardes es la fórmula que se debería aplicar ya, sin perder tiempo, involucrando a todo el profesorado e instancias que se consideren necesarias.

Hoy el gobierno de Emiliano García-Page asusta a la población diciendo que el curso que viene se irán rotando las aulas. Parece olvidar el presidente que pone en peligro toda la conciliación laboral y familiar. Es lógico que a un gobierno conservador como el suyo —lo es en la medida en que se niega a acometer cualquier proceso de modernización— rechace reformas en materia de conciliación. Ciudadanos considera que es momento de implantar protocolos que generen seguridad en los centros. De hecho, es el momento de desplegar la enfermería escolar en los centros educativos, velando por la salud de alumnos, docentes y demás trabajadores.

El tercer objetivo es aminorar las diferencias educativas que nos estamos encontrando. Desigualdades en cuanto al acceso a internet y disponibilidad de dispositivos o diferencias en las habilidades del profesorado a la hora de abordar el uso de la tecnología. Hemos de establecer una estrategia acordada entre todos, eliminando o reduciendo estas desigualdades que lastran el futuro de buena parte de nuestra sociedad. Hay tantos y tantos retos por delante: formación del profesorado, conectividad, dispositivos, contenido, metodología.

Son asuntos que hemos de abordar de una manera decidida y no solo a fuerza de titulares. Urge, en ese sentido, un cambio de rumbo respecto a cómo se han venido haciendo las cosas durante décadas en nuestra región. Les pongo un ejemplo. Este año el gobierno de Castilla-La Mancha ha invertido 20 millones de euros en tecnología para los centros en contra de todas las tendencias educativas. Los expertos nos dicen que los alumnos son los que han de contar con dispositivos y llevarlos al centro. La Consejería, en cambio, dio dinero a los centros para comprar ordenadores. Hoy los ordenadores de los centros están sin uso y los niños no tienen dispositivos. Este no es el camino.

En definitiva, estamos convencidos de que solo un nuevo modelo educativo cambiará nuestro mundo. Pero para ello necesitamos a todos nuestros niños, nuestros jóvenes, nuestros profesores, nuestros maestros. Todos somos imprescindibles. Castilla-La Mancha necesita una estrategia educativa del siglo XXI y un liderazgo a la altura del desafío. En la reconstrucción que habremos de acometer para volver a levantar nuestra región tras el drama fatal del Covid-19 deberá tener un claro protagonismo nuestro sistema educativo, uno de los más castigados históricamente. Recordando a Freire, es el momento de cambiar el futuro, pero unidos. Por un pacto por la reconstrucción de Castilla-La Mancha. Por una educación de todos y para todos.

 

Carmen Picazo

portavoz de Ciudadanos en Castilla-La Mancha