Entendiendo las ciudades como espacios de convivencia entre distintos y como núcleos de progreso colectivo, cabe congratularse, sin ánimo de ser triunfalistas, del ejemplo dado por la corporación municipal durante el mandato que en pocos meses tocará su fin. Fíjense, fijaos, que siendo una la portavoz de uno de los grupos políticos que forman el Pleno del Ayuntamiento de Albacete y estando, como estamos, a las puertas de un disputadísimo ciclo electoral, el cainismo del que a veces peca la gresca partidista me debería llevar a obviar cualquier mérito de los adversarios, por mínimo que éste fuera. Pero precisamente quiero hablar de lo contrario al cainismo que envilece y abarata la política y la degrada a politiqueo: de la generosidad y la honestidad que la ciudadanía nos pide cada día con mayor –y más comprensible- exigencia, agotada de extremismos muchas veces exagerados con deliberación.
Dada la nueva composición de los parlamentos locales, más plurales y diversos –como plural y diversa es nuestra sociedad- es habitual que los plenos de los ayuntamientos se conviertan, como vemos en otras ciudades, en espacios de enfrentamiento y disenso, donde la incompatibilidad de los planteamientos hace difícil o imposible el acuerdo. Lo corriente, como digo, es eso. Sin embargo, el Ayuntamiento de Albacete es una saludable excepción que debemos valorar: hemos sido capaces, Partido Popular, Partido Socialista, Ganemos y Ciudadanos, de sacar adelante tres presupuestos municipales, con todo lo que ello implica. Siendo cada uno hijo de su padre y de su madre, oigan. Sin renunciar a nuestros principios pero practicando una muy productiva flexibilidad. Por poner un ejemplo, el que mejor conozco por razones obvias, Ciudadanos ha presentado en lo que llevamos de mandato más de 70 mociones, de las que el 95% ha sido aprobado por unanimidad. Para que luego digan de rojos, azules, morados y naranjas.
A menudo los partidos, en aras de mantenernos en nuestros trece, esgrimimos la excusa de “mis votantes no entenderían que cediera en esto o en aquello”. Y es un error subestimar de esa manera a nuestros votantes, pues los antagonismos se suelen dar más en los representantes que en los representados. La polarización que vemos muchas veces en los políticos y en los medios de comunicación no se percibe, afortunadamente, en la calle. Debo aquí romper una lanza, si me permiten, a favor de Ciudadanos, un partido que desde su fundación ha estado siempre, desde el centro político, abierto a los acuerdos tanto con el centro derecha como con el centro izquierda, siempre dentro del marco del respeto al Estado de Derecho y a la Constitución. Somos pactistas y seguiremos siéndolo. Veletas nunca, ambiguos jamás. Dialogantes, útiles y flexibles, siempre.
Precisamente, y al hilo de referirme a la Constitución Española, quiero traer a estas líneas el referente fundamental que en este sentido representa nuestra Carta Magna, no solo como amplia delimitación de nuestra convivencia plural, sino como ejemplo del camino a seguir. La Constitución Española cumplirá en apenas un mes sus primeros cuarenta años y es de justicia cuidarla, respetarla y, por descontado, cumplirla. Por más que haya hoy en día quien la denosta desde un extremo y desde el otro, seguiré defendiendo que la Constitución de 1978 ha sido la guía que nos ha llevado a transitar las cuatro décadas de mayor prosperidad, paz y progreso social que jamás había experimentado España. Y no era nada fácil viniendo de donde veníamos. Por tanto, celebremos hoy, 9 de noviembre, el Día de la Ciudad de Albacete teniendo presentes ambos ejemplos de concordia y eficacia institucional: Nuestra Constitución y nuestro Ayuntamiento. Seamos exigentes de cara al futuro pero valoremos lo que se ha hecho bien. Que para resaltar solo lo malo ya tenemos a otros.